"Yo quiero seguir mi camino y crecer. Ahora estoy en otro momento", respondió Natalia Alderete. Así, con una negativa, "Huracán" anticipó que se si surgiera una propuesta de pelear otra vez contra Marcela "La Tigresa" Acuña no la aceptaría. No es una locura pensar que la formoseña quiera volver a combatir contra la tucumana, no solo porque consideró que el empate en fallo divido no fue el correcto, sino porque Acuña le gusta enfrentarse a Alderete porque, según sus palabras, siempre los combates son entretenidos.
El que se hizo en Villa Luján, el tercero entre ambas, no fue la excepción. Lo distinto estuvo en el resultado: los dos anteriores los ganó la primera boxeadora profesional que tuvo el país. "Para nada me voy conforme con el fallo. Le gané prácticamente todos los rounds", consideró Acuña luego del combate.
Con su amplia sonrisa y buen humor, "La Tigresa" fue dura. "Hay que rever estas cosas porque arruinan al boxeo. 'Nati' no necesita que nadie le regale nada porque ella es una guerrera del ring, pero ella no tiene la culpa", opinó la formoseña. Con tono burlón y dudando de la buena visión de los jueces del combate dijo: "yo les regalaría un par de anteojos. Hay que darles la dirección de alguna óptica".
"Las boxeadoras con tanta jerarquía tienen ese ego", dijo Alderete con respecto a la percepción de Acuña. "Tiene tanta experiencia... la tipa es una capa", no dejó de demostrar su admiración, pese a los dichos de la rival. "Sentía que yo pegaba más fuerte, pero es tanta la picardía de ella que se hace difícil poder mantenerse", indicó la yerbabuenense.
Ahora Alderete prefiere seguir creciendo y eso piensa que no se logrará frente a Acuña. "Estoy en otro momento boxístico y lo quiero seguir trabajando. Tengo que sacar un poco lo temperamental y poner más orden en mi cabeza. Yo voy a seguir boxeando hasta que no me den las piernas y después, cuando deje de boxear, quiero hacer unas peleas de MMA", reveló Alderete que en los deportes de contacto se inició en las Artes Marciales Mixtas (MMA).
La demora opacó el espectáculo
La velada terminó cerca de las 3 de la madrugada del sábado. Un exceso que daña la reputación que se intenta mejorar en el boxeo local. Primero, responsabilidad de la organización encabezada por el promotor nacional Oscar Coronel, el festival empezó con más de media hora de retraso. La ambulancia tardó en llegar. Luego, entre las peleas amateurs y las dos profesionales, hubo un bache de casi una hora y media. Hubo aplausos de presión por parte del público porque se les acababa la paciencia luego de pasar el tiempo degustando empanadas y pizzas y escuchando una divertidísima selección musical que motivó a unos cuantos a bailar a la par del ring.
Recién a las 1.37, Maximiliano Alegre subió al ring para enfrentar a Maximiliano Chaparro. Al púgil, hijo de "La Tigresa", hubo que esperarlo varios minutos antes de que Alegre lo venciera por puntos en fallo unánime. Lo mismo, una espera de varios minutos con su rival ya arriba del ring, hizo su madre en la pelea central.
"Tardamos por unos inconvenientes técnicos. No vinieron a ver si es que ya estábamos listos para salir. Mi hijo tuvo que salir frío, yo también", fue la explicación de "La Tigresa". En ese lapso de tiempo hubo varios comentarios del porqué de la demora. Al que esgrimió la boxeadora, hay que sumarle el de los organizadores que manifestaron una demora en el traslado desde el hotel que retrasó -mucho por cierto- todo los preparativos de los púgiles profesionales (vendaje, calentamiento, separar los elementos, entre otros). Un retraso lógico que generó el arribo tardío de la ambulancia. La otra razón que sobrevoló en el mítico estadio tucumano es que hasta último momento se estuvo negociando el caché de la formoseña el cual no se llegaba a cubrir.
La concurrencia no habría sido la suficiente para cubrir el despliegue que hay que hacer para un evento de estas características. La asistencia no pasó de las 500 personas que, pese a la demora, reprobó, silbatina de por medio, mucho menos de lo que aprobó. De cualquier manera en eventos futuros, más allá de los nombres de los boxeadores o promotores que aparezcan en los afiches, es el público el termómetro que indica si el deporte de los puños va en crecimiento y si puede recuperar el brillo intenso de décadas pasadas y por eso hay que respetarlo, cumpliendo los horarios es una manera.